domingo, 20 de enero de 2008

EL BUFON


La otra noche, en Plaza Ñuñoa, donde los fines de semana de los veranos se viste de arte callejero con payasos, títeres, cuecas y demases, vi un espectáculo que me pareció bastante fome, y de hecho no tendría ni siquiera que esforzarme en hacer comentario alguno, pero me llamaron la atención varias situaciones que acá les contaré.


Resulta que después de un entretenido espectáculo de una pareja de argentinos que ya había visto el año anterior, apareció un personaje que parecía un payaso, que empezó a organizar sin gracia y con bastante desprecio a los niños siempre inquietos que ven en este tipo de espectáculo una oportunidad de hacerse notar y lucirse entre sus familiares. Este actor dijo interpretar a un bufón, después de comentarios sarcásticos y sin gracia hacia los espectadores, que poco a poco iban pasando de caras llenas de risa a caras de desconcierto al no comprender qué era lo que pretendía hacer. Después de tratar de controlar a esa masa de infantes inquietos y ponerlos lo más lejos posible de donde él estaba actuando, empezaron desde el publico algunos diálogos en que, obviamente le manifestaron su pensar en lo desagradable que estaba resultando su actuación y su trato poco cortés con los niños. El actor explica un tanto nervioso, lo cuál no se notó ya que lo disfrazaba con su personaje, que el era un bufón y que los bufones se caracterizaban por ser pesados. Qué raro, pensé, ya que al azar me preguntó si conocía a los bufones y yo le dije que sí y me volvió a preguntar que cómo son, y yo mirándolo con cara interrogante él exclama "no tiene idea". Para mi un bufón es un payaso que hace reir a las cortes de la Edad Media, sobre todo a los reyes, por lo cual para mi son artistas amparados por los poderes de turno. En cambio, el llevaba el espectáculo hacia otro lado. Si bien es cierto hizo algunos malabarismos con unas bolas de vidrio, en lo cual también se acerca a los bufones, no hizo nada más interesante, excepto casi al final del show, donde vió que no consiguió la empatía de todo el público, hizo un truco que yo vi hace años en La Serena y hace poco en Stgo Centro, donde un tipo, muy gracioso por lo demás, metía su cabeza por completo en un globo, y como un gato que se defiende de espaldas de un ataque masivo, salvó su presentación.


El hecho es que antes que se diera cuenta de que no tuvo buena acogida, a cada rato hacía ver que estábamos todos equivocados, que su espectáculo no gustaba porque todos veían Rojo y por eso teníamos nuestras neuronas atrofiadas, invitaba a los que lo criticaban a pararse delante y hacer arte callejero, que como todos eran abogados o arquitectos no valoraban el oficio del actor, y otras bobadas que no recuerdo. El broche de oro de sus palabras lo puso cuando viene el clásico ritual de "cobrar la entrada", donde empezó a comparar que si una familia con 5 niños iba al cine le salía mucho más de los 10 pesos que no podían darle, y que la forma de valorar su arte callejero era dándole billetes.


Para mi, el arte es una elección, como todo en la vida, pero sobretodo el arte es una elección delicada en estos tiempos, porque es muy difícil ser un artista acomodado, excepto si sales en la tele, por lo cuál siempre será una profesión amparada en la vocación y en aprender a vivir con lo que se gana. Nadie estudia arte porque tuvo mal puntaje en la psu, ni porque quiera tener una casa en la playa, ni porque quiera ir de vacaciones a miami todos los veranos y a españa en las vacaciones de invierno, y es por esa y otras muchas razones que los artistas, los buenos claro, son gente respetable para mi. Pero este tipo empezó a volcar su bronca social y su desprecio a los que no elegimos ser artistas sin ninguna provocación de por medio, lo cual lo vuelve un resentido y un tipo poco profesional, donde en vez de ganarse el aplauso lo impone y le pone precio a un espectáculo callejero, donde es el pueblo quien le coloca un valor monetario a este tipo de arte. Cuando uno elige ir a ver una obra al teatro, una película, escuchar a algún grupo musical, uno paga una entrada pensando en la comodidad que pueda tener al ir, la producción del evento y tantas otras cosas. En la calle, no hay nada de eso, sólo está la paciencia del espectador que quiere empaparse de cultura por poca plata, la incomodidad de un escenario improvisado donde no existen butacas ni sillas ni luces ni nada, es donde el artista demuestra sus cualidades a capela y donde el público agradece el arte con aplausos y monedas generosas.


Este acontecimiento me hizo pensar mucho en la misión de los artistas en nuestra sociedad, de su lugar en este mundo donde a casi nadie le importa lo que no produce ganancia o no genera plusvalía.


Al final del espectáculo, hubo gente que sí le agradó su show, que le brindó muchos aplausos y plata, pero a mi no, lo encontré mediocre lo que mostró y lo encontré mediocre a él.


Hay que recordar que cuando hacemos una cosa que creemos que es lo que debemos hacer, debemos hacerlo con pasión, con consecuencia y dando lo mejor de nosotros sin esperar que nos llenemos de fama y oro.


Les regalo hoy esta canción de Ignacio Copani, un cantautor argentino, que es uno de mis tantos manifiestos de vida.


El juglar

Yo no canto en los palacios y salones,
ni tampoco quiero ser bufón del rey
pues prefiero cantar fuera de la ley
esparciendo a cuatro vientos mis canciones.

Yo no canto en los palacios y salones
ni me ponen en la yunta como a un buey.

Y la vez que el poderoso me ha llamado
invitándome a la cámara real
letra a letra mi canción canté tal cual
como lo hago en la taberna y el tablado.

Y la vez que el poderoso me ha llamado,
me ha llamado peligroso y desleal.

Yo jamás quise cantar ni cantaría
por hacerle grata al rey la digestión,
no he nacido ni estudié para bufón
y mi oficio siempre fue la juglaría.

Yo no canto en los palacios y salones
que me sepa perdonar su majestad
pues mi vieja y vapuleada dignidad
pesa mas que sus blasones
su corona y sus millones.

Yo no canto en los palacios y salones
y no paso con codicia mi sombrero
no se puede ser juglar
si se canta por ganar
sólo dinero.